Lagartijas: Pequeñas guardianas del equilibrio en el huerto

lagartijas: pequeñas guardianas en el huerto

Normalmente cuando vemos lagartijas, las vemos correteando entre las piedras, tomando el sol en un muro o escondiéndose bajo una maceta, y aunque a menudo pasan desapercibidas, cumplen una función clave en el ecosistema de nuestro huerto. Discretas, veloces y voraces, estos reptiles insectívoros se convierten en grandes aliadas cuando se trata de controlar plagas de forma natural.

Por ello, en esta entrada te contamos por qué deberías alegrarte de tener lagartijas en tu huerto, qué beneficios aportan y cómo crear un entorno donde puedan vivir tranquilamente.

¿Por qué son útiles las lagartijas en nuestro huerto?

Las lagartijas, como la Podarcis muralis o la Podarcis hispanicus, comunes en entornos cálidos y soleados, juegan un papel clave en el equilibrio natural de nuestro huerto, su presencia es una señal de que el entorno es saludable, diverso y bien estructurado.

Lagartija situada entre las plantas del huerto

Como hemos mencionado al principio de esta entrada, uno de los mayores beneficios de las lagartijas es el control natural de plagas, pues éstas se alimentan de una amplia variedad de insectos que pueden resultar perjudiciales para las plantas del huerto, como pulgones y trips, orugas pequeñas, moscas y mosquitos o larvas y huevos de otros insectos dañinos.

Y aunque no son tan conocidas como otras especies auxiliares (mariquitas o crisopas), su papel como depredadoras es igual de importante y complementario, ayudando a mantener las poblaciones de estos insectos bajo control.

Además, otro punto a favor de tener a estas pequeñas correteando por ahí, es que no causan daños directos al huerto, ya que no se alimentan de plantas ni frutos, y tampoco excavan ni modifican la estructura del suelo. Su presencia es discreta, cumpliendo su función sin interferir con las labores del cultivo y sin alterar el equilibrio del terreno.

¿Cómo atraer lagartijas al huerto?

  1. Ofréceles refugios naturales. A las lagartijas les encantan los rincones tranquilos y protegidos, por lo que podemos dejar pequeñas piedras, montones de leña, pilas de hojas secas o troncos huecos en zonas soleadas, que les servirán como escondite y zona de descanso.
  2. Evita el uso de productos químicos. Los insecticidas y herbicidas no solo perjudican a los insectos, sino también a quienes se alimentan de ellos. Si eliminas su fuente de alimento, como pequeños insectos, orugas o pulgones, las lagartijas no encontrarán razones para quedarse. Además, los tóxicos pueden afectar directamente a su salud y lo último que queremos es dañar a un ser vivo.
  3. Añade elementos para tomar el sol. Al ser animales de sangre fría, las lagartijas necesitan zonas soleadas donde regular su temperatura, en un lugar tranquilo y seguro para ellas. Coloca algunas piedras planas o tablones de madera en lugares donde dé el sol directo. Les encantará usarlos como solárium y nos servirá como atractivo para que quieran quedarse.
  4. Controla la presencia de gatos y otros depredadores. Si tienes gatos en casa o tu huerto es frecuentado por ellos, intenta limitar su acceso, al menos durante ciertas horas del día. Los gatos pueden ver a las lagartijas como presas, lo que podría disuadirlas de instalarse en tu huerto.
  5. Fomenta la biodiversidad. Cuanta más vida haya en tu huerto, más equilibrado será el ecosistema. Plantar flores que atraigan insectos, como caléndula o lavanda, y mantener un entorno saludable puede beneficiar no solo a las lagartijas, sino también a otros aliados como abejas, sírfidos o mariposas. Y aunque algunas orugas de mariposas pueden ser voraces, siempre es bueno tener alguna plaga controlada de éstas u otros insectos, pues nos servirán para alimentar a nuestros aliados y fomentar que se queden.

Cuidados y precauciones

Tener lagartijas en el huerto es una suerte, pero para que su presencia sea sostenible y beneficiosa a largo plazo, conviene tener en cuenta algunos factores clave que a menudo pasan desapercibidos:

No alteres su entorno una vez establecido: Si las lagartijas han decidido instalarse en tu huerto, evita intervenir de forma constante en las zonas donde suelen moverse. Labrar con frecuencia, mover piedras o desmontar refugios puede desorientarlas o hacer que abandonen el lugar. Lo ideal es observar dónde se sienten cómodas y respetar ese espacio como parte del equilibrio natural.

No las manipules ni intentes domesticarlas: Aunque su presencia pueda resultar simpática, es importante recordar que son animales silvestres. Capturarlas o trasladarlas puede generarles un alto nivel de estrés e incluso ponerlas en peligro. Además, una lagartija desplazada de su entorno difícilmente podrá adaptarse o sobrevivir.

Deja algunas plagas vivas: En un huerto sano, no todo debe estar “controlado al 100 %”. Las lagartijas necesitan alimentarse, así que tener una pequeña presencia de insectos como grillos, arañas, polillas pequeñas o pulgones (en niveles bajos) no solo no es un problema, sino que ayuda a mantener una población equilibrada de depredadores naturales. Como sucede con otros insectos aliados, si eliminamos completamente sus presas, éstos también desaparecerán.

Protege los refugios del viento y la humedad: Las lagartijas necesitan calor y protección, pero también refugios que no se inunden ni estén expuestos a corrientes frías. Asegúrate de que las zonas donde puedan cobijarse estén bien drenadas y orientadas al sol, sin exposición directa a lluvias intensas o zonas con riego constante.

Lagartija tomando el sol
zona refugio de lagartijas en huerto
Lagartija camuflada en la zona de refugio

En definitiva, además de mantener a raya a los insectos más molestos, las lagartijas nos ayudan a reducir la dependencia de métodos artificiales de control de plagas, favoreciendo así un equilibrio más estable a largo plazo. Su presencia nos recuerda que un huerto vivo es mucho más que plantas: es un ecosistema complejo donde cada especie, por pequeña que sea, tiene un papel que desempeñar.